La figura de Walter Benjamin (1892-1940) no ha hecho sino crecer con el transcurso del tiempo. A ello no resultado ajeno, sin la menor duda, su percepción lúcida de las consecuencias destructivas de la modernización capitalista y la encrucijada epocal que bajo la égida del progreso, como analizó Benjamin, es capaz de destruir la civilización. Su crítica del progreso destructivo (que había reforzado e impulsado el desarrollo económico bajo condiciones de producción y de organización social capitalista), se situaba, salvando las distancias, con el pensamiento crítico de autores.
Cubierta algo deslucida.